Si creíais que la biografía oficial escrita por Walter Isaacson había agotado todas las anécdotas sobre la figura de Steve Jobs, creo que este extracto del nuevo libro de Ken Segall, Insanely Simple: The Obsession That Drives Apple’s Success (Increíblemente simple: la obsesión que impulsa el éxito de Apple) os sacará de dudas. Esta historia tiene lugar poco después del lanzamiento del primer iMac, con Jobs buscando un modo llamativo de celebrar la venta del primer millón de unidades del nuevo ordenador para marcar el regreso de Apple de entre los muertos.
La idea de Steve era hacer un Willy Wonka. Al igual que hizo Wonka en la película, Steve quería poner un certificado dorado que representara el millón de equipos dentro de la caja de un iMac y anunciarlo. Quien abriese la caja del iMac de la suerte recibiría el reembolso de su precio de compra y sería trasladado en avión a Cupertino, donde él o ella (y, presumiblemente, la familia que lo acompañase) disfrutaría de un recorrido por el campus de Apple.Steve ya había dado instrucciones a su grupo creativo interno para diseñar un prototipo del certificado dorado, el cual compartió con nosotros. Sin embargo, lo que acabó con la idea fue que Steve quería ir a por todas con ella. Él quería conocer al afortunado ganador con todo el atuendo de Willy Wonka. Sí, con sombrero de copa y frac.
Los que estaban en la habitación con Jobs se divertían al ver su entusiasmo con la idea, pero no lo compartían precisamente a la hora de hacerla realidad. Afortunadamente para ellos, la ley de California estipulaba que los sorteos debían permitir la participación sin necesidad de compra, algo que le quitaba toda la gracia al asunto ya que el ganador podría haber terminado siendo alguien que ni era propietario de un iMac, ni seguidor de la marca. Por los pelos.
Vía | MacRumors