Espero que lo que veáis a continuación nos inspire a todos para construir todavía mejores productos en el futuro.Steve Jobs, 1998
La frase anterior la pronunció Steve Jobs cinco minutos antes de presentar al mundo, por primera vez, el iMac original. Aquel ordenador, aquel modelo en concreto, fue posiblemente el producto más importante en la historia de Apple. Debía sorprender a tantos niveles y diferenciarse tanto de la competencia, que podrían ocurrir dos cosas: Una, que fracasase, arrastrando a una compañía apuntalada por un Jobs como último recurso, para siempre. Dos, que se convirtiera en una declaración de intenciones de la compañía para todo lo que vino después.
Ocurrió lo segundo. El mercado de la informática estaba tan estancado en su propia mediocridad que algo como el iMac detonó la bomba atómica: como el rompedor diseño “todo en uno”, heredado de su ancestral Macintosh, combinado con una carcasa translúcida y con apuestas muy arriesgadas para la época como la exclusión de la disquetera y la incorporación del CD-ROM además de los “nuevos” puertos USB de serie.
La “i” no sólo significa Internet
Me gustaría, antes de comenzar a analizar la última generación de esta maravilla, que todos entendiéramos el significado de la “i” que acompaña tanto a los productos de Apple. Es importante porque nació aquí, con este ordenador. Y no sólo se refiere a Internet, como constantemente se repite siempre que se habla de ello. Es mucho más, y casi define no sólo la filosofía del iMac, sino de la Apple que comenzó en ese 1998.
La “i” significa “internet, individual, instruir, informar, inspirar”. Las definiciones representan un producto diseñado para utilizar Internet, pero también para trabajar en solitario. Sirve para instruir, como guiño a a la educación, para informar… para inspirar. Si alguna vez han tenido tanto significado esa intersección entre las artes y las ciencias, fue en este momento. Es algo diseñado para conocer y para crear, conectado al mundo. Ese es el significado de la “i”, y comenzó con el primer iMac.
A lo largo de los años, el iMac se convirtió en el dignísimo heredero del Macintosh. A través de seis generaciones, ha demostrado que ha sabido absorber las últimas tecnologías e incorporarlas a su propia filosofía, dando resultados a productos míticos como el iMac G4 “Lamparita” o el primer iMac G5 de pantalla plana. Veamos en lo que se ha convertido la última generación.
iMac 2012, contenido de la caja
Apple me cedió para probar el nuevo modelo de 27”, que constaba de las siguientes características:
- Procesador Intel Core i7 de cuatro núcleos a 3,4Ghz con 8MB de caché L3 (hasta 3,9Ghz con Turbo Boost).
- 8GB de memoria SDRAM DDR3 a 1600Mhz.
- Fusión Drive de 1TB.
- Procesador gráfico NVIDIA GeForce GTX 680MX con 2GB de memoria GDDR5.
La caja en forma de trapecio no es capricho: está diseñada para que extraer el enorme monitor/ordenador que es el iMac sea lo más sencillo posible. Se esta forma, el lado con mayor inclinación de abre hacia abajo, dejando que el Mac ya aparezca asentado sobre el suelo, con lo que sólo quedará retirar los corchos de arriba para extraerlo sencillamente. Ya sabéis cómo cuida Apple esas cosas.
El resto de contenido viene en una discreta caja: el teclado inalámbrico, Magic Mouse, la documentación habitual y una discreta gamuza negra (con el logo de Apple) para limpiar la pantalla. La puesta en marcha no puede ser más sencilla: conectar el cable de corriente y pulsar sobre el botón oculto tras la zona inferior izquierda. De todo lo demás, se encarga OS X.
El nuevo “¿de verdad está ahí el ordenador?” diseño
Sin duda la novedad más importante de este nuevo Mac es el impactante nuevo diseño, después de varios años de actualizaciones, o pequeños retoques estéticos del diseño exterior en aluminio. Lo que se ha hecho con el nuevo iMac podríamos considerarlo evolución, al adelgazar hasta el extremo (nunca mejor dicho) la pantalla, pero también apostando fuerte por el fin de las unidades ópticas: ningún nuevo iMac tiene unidad de DVD-ROM incorporada.
La desaparición del DVD dentro del diseño permite que sea mucho más delgado, dejando espacio para el resto de circuitería importante. Por otro lado, el uso de estas unidades cada día es mejor debido en gran parte al aumento de capacidad de las unidades USB que aparecen en el mercado. Es cómo en 1998: algunos me diréis que seguís usándola. En ese caso, la unidad DVD-ROM que Apple vende como accesorio, es perfectamente compatible con este iMac. Aunque la mayoría, ya no la necesitaréis.
Apple ha conseguido un diseño espectacular a simple vista. De nuevo volveréis a escuchar el habitual “¿donde está el ordenador?” que os resultará familiar a todos los que ya hayáis tenido algún iMac. Los bordes son extremadamente finos, con 5mm de grosor, acabando en una parte central más gruesa que, aún así, sigue siendo más delgada que el iMac de la generación anterior. El resultado es un diseño absolutamente espectacular, dando la sensación de extrema delgadez hasta casi ponernos en el lateral de la pantalla.
La peana que sujeta la pantalla sigue siendo igual de robusta y contundente que en generaciones anteriores. Además, la maniobrabilidad es muy suave, de forma que aunque el monitor de 27” parece enorme, podemos moverlo sobre su eje hacia arriba o hacia abajo con un solo dedo, manteniendo firme el iMac sobre la mesa.
En la parte superior delantera contamos con una cámara Facetime HD (a 720p), el piloto de uso de la misma y el sensor oculto que mide la luminosidad de la sala para adecuar el brillo de la pantalla automáticamente. Justo en la misma posición, por detrás, veremos los dos micrófonos con aperturas microperforadas en el aluminio. Tienes que saber que están ahí para encontrarlos, y funcionan realmente bien en videoconferencias sin necesidad de acercarnos o alejarnos de la pantalla y con una buena cancelación de sonido ambiente.
La parte trasera es muy parecida al iMac anterior. El botón de encendido/apagado tras la esquina inferior izquierda y los puertos de conexión a la derecha. En ambos modelos (el de 21” y el de 27”) disponemos de un conector de auriculares (compatible con los auriculares con micro del iPhone), una ranura para tarjetas SDXC, cuatro puertos USB 3 a 5Gb/s, dos puertos Thunderbolt y una conector Rj-45 Gigabit Ethernet 10/100/1000BASE-T. Y por supuesto, el conector para cable de corriente habitual, sin necesidad de ningún transformador externo.
Los altavoces del nuevo diseño están incorporados en el extremo más delgado de la pantalla. Se trata de unas aberturas inferiores equidistantes con el objetivo de que el sonido salga disparado a la mesa y llegue a nosotros en un buen ángulo. En este modelo, el sonido sigue siendo bastante bueno aunque los graves han perdido un poco de profundidad con respecto a modelos anteriores. Aún así, el sonido llena completamente una habitación con muy buena calidad, aunque quizás los fanáticos de un sonido contundente deban buscar unos altavoces externos para disfrutar al máximo.
Justo debajo del anclaje de la peana con el cuerpo, se encuentran las únicas rejillas de ventilación del equipo. Están bien protegidas por este pie de apoyo, quizás pensado así para que incluso si se nos ocurre tapar el equipo mientras funciona, las rejillas no se obstruyan. El nivel de ruido del iMac es prácticamente inexistente, los ventiladores sólo empiezan a escucharse con tareas de procesamiento potentes (procesado de vídeos, etc…) o juegos. Aún así, sigue siendo prácticamente anecdótico el ruido que podremos escuchar de él.
La pantalla
Sin duda el elemento que más destaca de un ordenador así es la increíble nueva pantalla. Primero, porque su construcción ha sido radicalmente nueva para conseguir reducir en un 40% el espacio respecto al anterior, utilizando técnicas de fricción-agitación para soldar las piezas. La sensación es un diseño cohesionado, donde además se ha utilizado una laminación integral reduciendo en 2mm el espacio entre el panel y el vidrio.
El resultado es un panel cuyas imágenes se nos aparecen como si estuvieran en el mismo borde del cristal, y el marco negro que lo rodea fuera también parte de la misma. El brillo también se ha mejorado en esta pantalla IPS de 2560×1440 píxeles. Mención especial la espectacular calibración de colores, según Apple calibrados mediante tres espectroradiómetros. La sensación es que las imágenes son vivas, llamativas, visibles casi desde cualquier ángulo (con prácticamente 180º de visualización efectiva) y que en una pantalla de 27” como la de este modelo son poco menos que espectaculares.
Un tema importante sob los reflejos. Muchos os preocupabais sobre si este nuevo modelo mejoraba la eliminación de los mismos durante una sesión de trabajo. Efectivamente, se nota el trabajo de Apple en este aspecto, según ellos un 75% menos de reflejos y que efectivamente se nota al utilizarlo frente a frente sin que podamos visualizar ninguno directamente. Sin duda la mejora en la calidad de imagen del panel ha ayudado mucho a ello.
Asignatura pendiente: entrada de vídeo externo
Uno de los aspectos que jamás ha considerado Apple a la hora de crear su iMac, es dotarlo de una entrada de vídeo externa. Esto es, convertir el iMac en un monitor. Quizás muchos piensen “bueno, para eso ya venden monitores”, pero el punto aquí es aprovechar la enorme pantalla del iMac como entrada para consolas y otros dispositivos de vídeo externos, lo que sería muy útil en habitaciones o despachos que necesitan hacerlo y no quieren comprar otro monitor exclusivamente para ello. En mi opinión, una pantalla de la calidad del iMac se desaprovecha mucho al no ofrecer esta posibilidad a sus usuarios, en forma de HDMI, por ejemplo.
Para la generación anterior al Thunderbolt, existía una forma de convertir el iMac en monitor HD. Se trataba de un producto llamado Kanex XD. Cuenta con una entrada HDMI a la que conectar otros dispositivos y una salida en formato Mini DisplayPort para conectar al iMac. Pulsando una combinación de teclas, cambiábamos a la señal externa, o a la propia del iMac. Pero este producto sólo es compatible con los iMacs con Mini DisplayPort, no con Thunderbolt, y Kanex ya ha anunciado que por el momento es imposible fabricar algo así para el nuevo modelo. Tendremos que esperar que alguien lo consiga, o que la propia Apple lo considere para futuras generaciones (incluso como periférico externo, muchos lo comprarían).
Cambiando la memoria RAM
El único componente del ordenador que puede cambiar el usuario, una vez comprado, es la memoria RAM (sólo en el modelo de 27”). Para ello, justo debajo de las ranuras de ventilación existe un compartimento donde podemos acceder a ella. Para abrir la tapa, sólo hay que presionar un botón situado arriba del conector de corriente, con lo que se abrirá al instante.
Una vez abierto, disponemos de dos mini-palancas que extraerán la memoria y asegurarán la que pongamos. Es muy sencillo quitar o poner una, además Apple nos indica como hacerlo en el reverso de la tapa del compartimento. No tiene mayor complicación, y su localización y acceso es muy cómodo.
La nueva arquitectura
Más allá de la nueva apariencia, este nuevo iMac utiliza la última arquitectura de Intel Ivy Bridge con velocidades de reloj que van desde los 2,7Ghz hasta los 3,2Ghz, o en la versión del Core i7 de cuatro núcleos, hasta 3,4Ghz. Las ventajas de Ivy Bridge y el Turbo Boost 2.0 consiguen gestionar automáticamente la eficiencia de los procesadores en pequeños incrementos, manteniendo un consumo energético muy optimizado y con un desempeño totalmente transparente al usuario sin una merma en potencia.
Además, también incluyen la potente arquitectura denominada Kepler en los procesadores gráficos, auténticos prodigios en potencia. La GTX 680MX que incluye el iMac revisado llega hasta los 3 TFLOPS de capacidades de proceso, y sólo su GPU ya funciona entre 1006 1058Mhz. Si estábais buscando un Mac para jugar, no busquéis más.
Para evaluar el rendimiento del nuevo ordenador en su conjunto (también probando la nueva Fusion Drive), he pasado tres de los tests más populares del mercado: el Disk Speed Test, de Black Magic, el Geekbench 2 (versión completa a 64-Bits) y para los nostálgicos, el Xbench que más uno ya conoceréis.
Pruebas de rendimiento: Hablemos sobre la Fusion Drive
Empezamos por la nueva Fusion Drive, de 1TB en el modelo analizado. Como veis en la imagen superior, la velocidad de escritura es de 309,8 MB/s y la de lectura unos 441,1MB/s, cifras de auténtico infarto para un ordenador de escritorio. Este test basa sus cifras en la simulación de transferencias de datos que van desde 1GB hasta los 5GB, obteniendo en todos los casos una media cercanísima.
Merece la pena que nos detengamos por unos instantes para hablar del Fusion Drive, la unidad con la que Apple implementa la tecnología tradicional de discos con las memorias SSD. Ellos no inventaron este formato híbrido de almacenamiento de la información, pero sin duda la implementación en el iMac es sobresaliente.
Habitualmente, otros fabricantes de unidades híbridas tienen a utilizar la porción de memoria SSD como una mera caché entre la transferencia de información. Por ello, la parte SSD es de muy poco espacio y sólo almacena porciones recurrentes de información. Esto hace que se mejore el rendimiento, pero éste está supeditado al uso que el usuario está haciendo del ordenador.
En la Fusion Drive, Apple directamente separa dos zonas: en una, un amplísimo disco SSD de 128GB donde se almacena de forma fija lo más accedido, el sistema operativo y las aplicaciones más usadas. En la otra, se almacenan los archivos y aplicaciones que menos se utilizan. De esta forma, todo el contenido completo del sistema operativo y de las aplicaciones diarias (Photoshop, Garageband…) así como las propias del sistema (Safari, iTunes…) están en la parte de memoria más rápida, y los archivos y resto de aplicaciones en la otra.
Lo mejor es que todo ésto lo controla OS X: él se encarga de instalar el sistema operativo y las aplicaciones más accedidas en la mejor zona de memoria, el usuario no tiene que preocuparse de nada más que de utilizar su ordenador como siempre. El resultado: un arranque increíble en unos 14 segundos, y un uso de las aplicaciones prácticamente instantáneo cuando las abrimos.
El rendimiento bruto en los benchmarks
Para los amantes de los números y las comparaciones, empezaremos probando la nueva máquina de Apple con Geekbench 2.4.0, la última versión completa y por supuesto en modo de 64-Bits. Este test mide la potencia bruta de cálculo del procesador y el resto de la arquitectura hardware. El resultado fue, como era de esperar, espectacular: un “Geekbench Score” de 14198 puntos. El informe de mi prueba está expuesto públicamente aquí, por si queréis consultar el detalle.
Comparando el resultado con el Geekbench browser, vemos que los resultados comparados con la generación anterior (iMac13,2 vs iMac 12,2) son notablemente mejores en ordenadores con una configuración muy similar (y eso que en aquellos ya eran muy buenos). La media en el iMac12,2 se queda alrededor de los 11000 puntos.
La versión de este mismo iMac montando un i5, vemos también en el Geekbench browser que apunta una media de unos 9000 puntos, una cifra también realmente buena. Recordad que éstos números son rendimientos teóricos de la potencia del hardware, y dependen de factores como la configuración o el sistema operativo. En cualquier caso, utilizados como una referencia, este nuevo iMac pasa con muy buena nota todas las pruebas.
Para los más nostálgicos del lugar, pasé también el clásico Xbench (la versión 1.3), realizando pruebas combinadas de CPU, memoria, disco, test gráfico de Quartz y OpenGL, así como pruebas de interfaz de usuario. El resultado, tal y como podéis ver en la imagen superior, fue de 534,62 puntos, evidentemente también una buena cifra aunque prefiero no utilizar Xbench por el tiempo que llevan sin actualizarlo (desde el 2006). Os lo comento sólo por si alguien tiene la curiosidad de comparar con su máquina.
Probándolo con juegos
Los números están muy bien para comparar valores, pero al final lo que nos queda es lo que el usuario percibe en pantalla. Ya hemos visto como el arranque es ultra rápido, las aplicaciones se inician en cuestión de segundos y el disco duro posee una transferencia increíble. Así que ahora toca ver como se comporta este alarde de tecnología con los juegos, el auténtico benchmark de muchos usuarios.
Para mis pruebas, jugué a Half-Life 2: Episode Two y a Borderlands 2. Me gustó probar el primero porque soy un gran fan de la franquicia, y prácticamente me sé de memoria cada pantalla del juego. En el iMac, aumenté todos los parámetros del vídeo a la más alta calidad, con la resolución nativa de 2560×1440… y aquello era un espectáculo. Un juego fluido, sin parones, ágil en la carga, sin lag entre los movimientos del teclado y el resultado en pantalla… me convenció bastante.
El Borderlands 2 jamás lo había jugado. Cuando entré en el menú de configuración del juego puse todos los parámetros de vídeo en los valores más altos, con la misma resolución nativa del iMac y el ordenador ni se despeinó. La presentación estaba pre-renderizada, pero cuando comienza el juego en sí, los gráficos son realmente increíbles a esa resolución y a esa velocidad. También jugué sin lag y de forma fluida, desde luego, otra prueba pasada con nota.
Conclusiones
Apple ha apostado fuerte con esta renovación del iMac, adoptando un formato que obliga a sacrificar unidades ópticas, pero ganando en espectacularidad y con una construcción y acabados de altísima calidad, incluso en los detalles más pequeños, así como en la potencia que desempeña.
Achacable sin embargo que este modelo cuente con tan poca capacidad de manipulación interna, bien para añadirle unidades o acceder por cualquier motivo (limpieza, etc…). La compañía ha apostado más por ampliaciones externas de sus unidades, utilizando Thunderbolt o los puertos USB 3.0 incorporados en la máquina, más que por la conexión directa a la placa.
Sobre la pantalla, una mejora realmente notable, sobre todo la nueva tecnología anti-reflejos que tanta gente demandaba. No es una pantalla Retina, pero desde luego la calidad de la misma se le aproxima, dando una sensación de interfaz limpia, clara y vistosa, con colores vivos y brillantes. Todo un alarde de espectacularidad que sería de otro planeta si fuera Retina, pero que por ahora no la necesita en absoluto.
Cuando Steve Jobs presentó el primer iMac, realmente estaba marcando las bases para el ordenador del futuro: un diseño con la última tecnología, un paso más adelante que el resto. Para el título de esta entrada me he permitido la licencia de utilizar la segunda ley de Clarke: “La única manera de descubrir los límites de lo posible es aventurarse un poco más allá, hacia lo imposible.“.
Y ese, sin duda, es el motivo por el que cada generación de este increíble ordenador evoluciona: alcanzar ese punto de sofisticación que el resto no puede alcanzar. Desde luego, la inspiración de la que hablaba Jobs en 1998 con el iMac original, no podría haberse materializado en mejor forma.
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